Los alumnos de Magisterio comprenden bien la necesidad y conveniencia de prepararse como maestros y maestras reflexivos y autocríticos, capaces de inquirir sobre el fundamento y el sentido de la práctica, e investigar sobre ella. Probablemente, dentro del complejo ejercicio que se les demanda, la práctica de la duda ocupa un lugar fundamental, en tanto que proceso del que depende la flexibilidad y el cambio de las decisiones. Pero la importancia del hecho no se detiene en el propio aprendizaje. La duda será necesaria cuando enseñen realmente. ¿Cómo, si no, van a favorecer estilos de pensamiento críticos y creativos en los alumnos?. Una enseñanza falta de duda es adoctrinante. El adoctrinamiento tiene grados, pero la duda, también. En consecuencia, parece del máximo interés que, desde el periodo de formación inicial, los futuros maestros y maestras reflexionen sobre el proceso cognitivo íntimo y básico, y tomen conciencia de él como posible plataforma de perfeccionamiento.

Resumen basado en el de la publicación

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