La evaluación de la colección es una etapa más de la gestión de los fondos, sean estos impresos o digitales. Debería ser una tarea habitual. Sin embargo, en la práctica, las bibliotecas se plantean la evaluación ante situaciones de crisis: las más frecuentes, la falta de espacio o la falta de presupuesto. Después de una década de crecimiento de los contenidos, especialmente digitales, a partir de 2010 los recortes en los presupuestos destinados a información que sufren las bibliotecas universitarias y científicas obligan a repensar las decisiones de compra de recursos y a evaluar las adquisiciones con el objetivo de ajustarse a estos recortes. Es una oportunidad para redimensionar la colección, deshacerse de lo accesorio, cooperar en lo necesario. E incluso, para cambiar las desiguales relaciones entre las bibliotecas y los proveedores de información.

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